Durante la cuarta mesa redonda del grupo de trabajo sobre criptomonedas de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC), el nuevo presidente del organismo, Paul Atkins, sorprendió con un discurso que marca un cambio profundo en la postura de la agencia frente a los activos digitales. En su intervención, Atkins defendió la creación de una «licencia para la innovación cripto».
“Hoy empieza una nueva etapa en la SEC”, declaró, en un claro distanciamiento de la política regulatoria agresiva de la administración anterior. Su propuesta apunta a establecer medidas más claras y colaborativas para el ecosistema de activos digitales.
Fin de la regulación basada en el miedo
Nombrado por el presidente Donald Trump tras las elecciones y recientemente confirmado por el Senado, Atkins criticó duramente el enfoque de su antecesor, Gary Gensler, quien recurrió con frecuencia a medidas coercitivas sin establecer directrices concretas.
“La formulación de políticas ya no dependerá de acciones represivas aisladas”, aseguró Atkins. “En su lugar, la SEC utilizará sus facultades actuales para definir estándares específicos para el mercado cripto, incluyendo nuevas interpretaciones regulatorias y posibles exenciones”.
También criticó la actitud pasiva de la SEC en años anteriores, cuando —según él— se optó por “enterrar la cabeza en la arena” esperando que las criptomonedas desaparecieran por sí solas. A su juicio, los llamados públicos a que las empresas “se acerquen a conversar” eran ineficaces, ya que los procesos internos de la agencia no estaban preparados para facilitar ese diálogo.
Hacia reglas claras para el ecosistema digital
En su intervención, Atkins anunció planes para emitir directrices específicas sobre qué activos podrían considerarse valores o estar sujetos a contratos de inversión. Asimismo, propuso revisar las normas de custodia, permitiendo que fondos de inversión y asesores financieros puedan hacer autocustodia de activos digitales bajo determinadas condiciones.
Uno de los puntos más relevantes de su propuesta fue la posible creación de una estructura legal de “corredor y comerciante con fines especiales”. Esta figura permitiría que empresas cripto puedan operar dentro del marco normativo existente, sin fricciones innecesarias.
Además, se está evaluando la posibilidad de implementar exenciones condicionales para proyectos innovadores que hoy no se ajustan a las normativas vigentes.
“Queremos explorar si estas exenciones serían adecuadas tanto para empresas registradas como no registradas que deseen lanzar nuevos productos al mercado”, explicó.
Aunque no se brindaron detalles técnicos sobre cómo funcionaría esta «licencia de innovación», Atkins reconoció que la idea no es del todo nueva. Países como Reino Unido, Singapur y Brasil ya aplican modelos similares, conocidos como sandbox regulatorios, donde se permite que empresas prueben sus soluciones en entornos controlados antes de salir al mercado general.
Una visión más abierta al sector
Lo más destacable, sin embargo, es el giro en la actitud del organismo. Mientras que Gary Gensler trató al ecosistema con desconfianza, Atkins expresó que ve “enormes beneficios” en el desarrollo de la industria cripto y que su prioridad será encontrar un equilibrio entre la innovación y la protección al inversor.
Cabe destacar que Atkins también tiene intereses personales en el sector, con inversiones que superan los USD 6 millones (unos €5,6 millones) en activos digitales.
Si logra llevar adelante estas reformas, el nuevo presidente podría transformar a Estados Unidos en un verdadero hub global de activos digitales, alineando la política del regulador con la visión de la actual administración de Donald Trump.