México es uno de los países latinoamericano con crecimiento récord en el ecosistema cripto. Para el año 2024, el país cerro con USD 64745 millones en remesas, de las cuales el 99% se realizó por transferencias electrónicas.
Estas cifras consolidan un terreno fértil para la incorporación de tecnologías que prometen transacciones más rápidas, seguras y baratas. Aun así, el costo promedio de enviar dinero desde Estados Unidos a México ronda el 5%, impulsando a millones de usuarios a explorar alternativas como USDC y otras monedas estables.
Asimismo, México ya figura en el Top 20 mundial en adopción cripto, de acuerdo con Chainalysis, y que Latinoamérica es uno de los epicentros del uso de stablecoins para ahorro y envío de remesas.
La adopción transciende los usuarios minoristas
La tendencia va más allá de los usuarios particulares. Tanto bancos digitales como instituciones tradicionales se lanzaron a adoptar las nuevas tecnologías.
En 2018, la Ley Fintech abrió la puerta a que plataformas reguladas trabajaran con «activos virtuales» bajo supervisión de la Comisión Nacional de Bolsa y Valores (CNBV), y hoy ese marco legal sirve como base para integrar productos de inversión, pagos y tesorería ligados a criptomonedas.
«Estamos viendo cómo las stablecoins comienzan a ser parte de la caja de herramientas de los mexicanos para transferir, ahorrar e invertir. La institucionalización es la clave. Una vez que los usuarios perciben seguridad y cumplimiento, la adopción se dispara. Para los bancos, esto significa ingresos recurrentes y, sobre todo, una relación mucho más estrecha con sus clientes”, afirma el jefe de Estrategia de Galileo Financial Technologies, Tory Jackson.
Las grandes empresas adoptan cripto
Un ejemplo claro de la fusión entre la institucionalización y la tecnología digital es Mercado Pago, quién habilitó en México la compra y venta de Bitcoin y Ether dentro de su superapp, atrayendo a cientos de miles de usuarios que ahora pueden invertir en cripto del mismo modo en que pagan servicios o recargan saldo telefónico.
Por otro lado, el Banco de Pagos Internacionales (BIS) documentó la capitalización de las stablecoins y el número de emisores activos han crecido con fuerza, con un predominio claro de instrumentos vinculados al dólar. Incluso sus reservas, en gran medida invertidas en bonos del Tesoro estadounidense, generan un puente cada vez más formal con los mercados financieros tradicionales.
Para el usuario mexicano, el cambio es tangible: remesas casi en tiempo real, ahorro en «dólares digitales» disponibles 24/7 y acceso a la inversión desde plataformas familiares y reguladas. Para bancos y fintech, la oportunidad se traduce en nuevas fuentes de ingresos por cambio de divisas, rampas de entrada y salida, servicios de tesorería y mayor interacción diaria con los clientes.
La infraestructura digital en México y la penetración de las fintechs reguladas crearon un terreno propicio para que estas herramientas se integren al sistema financiero.