«La cosa va, pero va despacio». Ese fue, más o menos, el mensaje que se llevaron muchos de los asistentes a Merge Madrid 2025 en la semana pasada. En medio del bullicio y el optimismo tecnológico, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) puso los pies en la tierra con un dato: España, todavía, no llega a los 400 registros bajo el nuevo reglamento europeo de criptoactivos, MiCA.
La noticia, que compartió Fund Society Madrid, la dio Raquel García Alcubilla, de la CNMV, durante un panel. El mensaje inicial fue claro. “No hemos llegado a 400 registros todavía, pero sí unos cuantos”, y acto seguido lanzó la clave de todo este embrollo: la necesidad de una coordinación real entre los supervisores de los distintos países.
Porque claro, si cada uno hace la guerra por su cuenta, el mercado único se convierte en un rompecabezas imposible. Su objetivo, insistió, es evitar que las empresas busquen el país con la regulación más laxa. Algo que, hoy por hoy, sucede.
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Regulación MiCA es una orquesta sin director
No es solo cuestión de números, sino sentar las bases de forma sólida. Francisco del Olmo, otro alto cargo de la CNMV, fue aún más directo. Reconoció sin tapujos que el proceso para obtener una licencia MiCA está siendo más largo y complicado de lo que todo el mundo esperaba.
La razón, según Del Olmo, es: “Cada país tiene diferentes interpretaciones y esto no puede ser”. Una norma europea, pero con 27 matices distintos, donde no hay una “coordinación y convergencia real” de las normas entre los Estados miembro, no va a funcionar a perfección. Para eso, García Alcubilla insistió en una idea que resonó durante todo el día: hace falta cooperación. Una coordinación real entre países de la UE para que las reglas se apliquen por igual en Lisboa, Berlín o Madrid.
Además de las muchas interpretaciones, hay un mundo de servicios, como el staking o los préstamos, que se quedan fuera del radar de MiCA. Una zona gris que, según Del Olmo, exige estar con los ojos bien abiertos y los resultados más lentos.
No todo son desafíos
El mensaje final que dejó Merge Madrid es de optimismo, pero con los pies en la tierra. La regulación MiCA es un viaje largo y exige cooperación entre países, no solo de la Unión Europea, sino de todo el mundo.
El objetivo es encontrar un punto medio, para garantizar seguridad y confianza para los usuarios, tanto en Europa, como en América Latina, para poder generar un futuro financiero mucho más conectado.