Un nuevo informe de Chainalysis ha puesto en evidencia los crecientes riesgos de seguridad relacionados con las stablecoins. El documento explica cómo los hackers están explotando tanto emisores centralizados como descentralizados, lo que representa una amenaza directa para usuarios y plataformas del ecosistema cripto.
Las stablecoins viven un momento de fuerte expansión tras la aprobación de la Ley GENIUS, una normativa que podría añadir billones de dólares y euros al mercado cripto global. Gracias a su baja volatilidad y alta liquidez, estas monedas estables se han tornado esenciales en operaciones dentro de exchanges centralizadas (CEX), plataformas DeFi y sistemas de pagos internacionales.
No obstante, su popularidad también las ha convertido en uno de los blancos favoritos de los ciberdelincuentes. Según el informe, el 90% de toda la actividad con stablecoins está concentrada en monedas centralizadas como USDT y USDC, que dependen de reservas custodiadas por empresas emisoras. En cambio, solo un 10% del mercado está compuesto por stablecoins descentralizadas, como DAI, que utilizan garantías cripto o algoritmos para mantener su paridad.
En el caso de las stablecoins centralizadas, los riesgos principales están ligados a la custodia de los fondos de respaldo. Los usuarios deben confiar en que las empresas emisoras mantienen reservas suficientes y actúan con transparencia —lo cual no siempre se cumple. A esto se suman riesgos regulatorios o fallos operativos que pueden afectar a toda la red.
Por otro lado, las stablecoins descentralizadas enfrentan desafíos técnicos más complejos. Vulnerabilidades en los contratos inteligentes, errores en los oráculos de precios y problemas con los mecanismos de liquidación pueden ser explotados por hackers para manipular la emisión de tokens o vaciar los fondos bloqueados en los contratos.
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Principales amenazas
Entre los ataques más comunes se encuentran las explotaciones de contratos inteligentes, donde los delincuentes encuentran fallos en el código para sustraer activos. También destacan los fraudes de phishing, diseñados para engañar a los usuarios y robarles sus claves privadas. Y aún persisten las estafas tipo rug pull, donde desarrolladores abandonan proyectos con los fondos de los inversores.
Ataques más sofisticados, como los realizados con préstamos flash (flash loans), permiten manipular todo un mercado en una sola transacción, desestabilizando el valor de las monedas y provocando pérdidas millonarias. Otra táctica habitual es la creación de tokens falsos, con nombres y símbolos similares a stablecoins reconocidas, que buscan engañar a usuarios con poca experiencia.
Ejemplos recientes como el colapso de TerraUSD (UST) en 2022 —que eliminó 60.000 millones de dólares en valor de mercado— o el hackeo a Euler Finance en 2023, con pérdidas estimadas en 197 millones de dólares, demuestran lo destructivas que pueden ser estas vulnerabilidades.
Chainalysis advierte que las fallas en las stablecoins no solo afectan al ecosistema cripto, sino que también pueden generar impactos en cascada en instituciones financieras tradicionales que comienzan a adoptar estos activos. Como medida preventiva, el informe recomienda a los usuarios verificar siempre los contratos inteligentes antes de realizar cualquier transacción y proteger sus fondos mediante carteras físicas (hardware wallets).