Un tribunal de Canadá condenó a Tsz Wing Boaz Chan a siete años de prisión por participar en un brutal asalto a una residencia que resultó en el robo de aproximadamente USD 1,6 millones en Bitcoin tras 13 horas de secuestro y tortura contra una familia en Port Moody, Columbia Británica. El juez responsable del caso describió el crimen como “elaboradamente planeado” y marcado por “violencia extrema”.
El incidente ocurrió en la noche del 27 de abril del año pasado, cuando cuatro hombres —dos de ellos vestidos con uniformes falsos de carteros de Canada Post— irrumpieron en la casa de la familia. Los delincuentes, que habían realizado vigilancia previa sobre la propiedad y las víctimas, mantuvieron al matrimonio y a su hija como rehenes mientras transferían las criptomonedas.
Durante las 13 horas de cautiverio, las víctimas fueron sometidas a torturas físicas y psicológicas para entregar las contraseñas de acceso a las billeteras de Bitcoin. Los delincuentes esposaron y golpearon a la pareja, además de someterla a la técnica de waterboarding, que simula ahogamiento. Asimismo, los asaltantes torturaron a la esposa frente al marido y lo amenazaron, afirmando que ella moriría si él no cooperaba.
La violencia también alcanzó a la hija de la pareja, quien fue obligada a quedarse desnuda y a participar en actos sexuales simulados mientras los delincuentes grababan. Los asaltantes amenazaron con divulgar las imágenes en las redes sociales de la familia si no conseguían acceso completo a las cuentas de criptomonedas.
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El éxito atrajo a los delincuentes
De acuerdo con documentos judiciales, los delincuentes eligieron específicamente a esta familia después de que el marido presumiera de sus inversiones exitosas en Bitcoin dentro de la comunidad de expatriados chinos en la región. Los asaltantes inicialmente exigieron 200 Bitcoins, pero posteriormente redujeron la demanda a 100, transfiriendo al final el equivalente a USD 1,6 millones, vaciando por completo las cuentas de la familia.
El secuestro terminó alrededor de las 8 de la mañana siguiente, cuando la hija logró escapar y pedir ayuda en una casa vecina. La policía encontró a los padres aún atados y con heridas significativas. Los delincuentes habían huido en una furgoneta alquilada tras intentar destruir pruebas, sumergiendo dispositivos electrónicos en una bañera con agua y lejía.
Además de la pena de siete años de prisión para Chan, las autoridades canadienses continúan investigando la identidad y el paradero de los otros tres involucrados en el crimen. Las víctimas, cuyas identidades fueron preservadas, siguen en tratamiento psicológico para superar el trauma del episodio.

