El municipio bonaerense de Zárate, en Argentina, acaba de escribir una página inédita en la administración pública: nombró a una inteligencia artificial como funcionaria municipal con rango de Directora General.
ZARA, así se llama el sistema, tiene ahora facultades para tramitar expedientes, firmar resoluciones administrativas y gestionar reclamos ciudadanos las 24 horas del día. El intendente Marcelo Matzkin formalizó la designación mediante el Decreto Municipal Nº 532/25, convirtiendo a esta ciudad de 120.000 habitantes en la primera del país en integrar oficialmente una IA dentro de su estructura orgánica. La medida, anunciada en el sitio oficial del municipio, genera tanto entusiasmo tecnológico como interrogantes sobre los límites éticos y legales de automatizar funciones estatales.
La empleada pública que nunca duerme ni pide vacaciones
Lo cierto es que ZARA no es un chatbot cualquiera de esos que te responden con frases genéricas y terminan frustrándote. Según explicó el propio Matzkin, esta IA fue diseñada para responder de manera inmediata, simplificar trámites burocráticos y ofrecer soluciones personalizadas según cada caso. Así que, en teoría, un vecino podría solicitar un turno médico, presentar un reclamo por alumbrado público o consultar sobre tasas municipales a las tres de la madrugada sin esperar al horario de oficina.
La herramienta funciona bajo la órbita de la Subsecretaría de Innovación y Accesibilidad Digital y tiene capacidad para derivar casos complejos a áreas específicas cuando la situación lo requiere. Además, puede generar expedientes administrativos y firmar resoluciones vinculadas a su área, algo que hasta ahora solo hacían funcionarios humanos con firma holográfica o digital.
«ZARA no reemplaza a los trabajadores municipales, los potencia», afirmó el intendente en declaraciones oficiales.
Inteligencia Artificial con cargo oficial
Acá viene lo interesante. Porque una cosa es usar inteligencia artificial como herramienta de apoyo, algo que ya hacen miles de organizaciones, y otra muy distinta es otorgarle un cargo formal dentro del organigrama estatal con capacidad de firma y decisión administrativa.
Resulta que el decreto municipal le confiere a ZARA atribuciones que históricamente solo tenían personas: generar actos administrativos válidos, asumir responsabilidad sobre procesos y representar oficialmente una dependencia pública. Esto plantea preguntas jurídicas que Argentina no había enfrentado antes: ¿quién responde si ZARA comete un error? ¿Puede un ciudadano apelar una decisión tomada por una IA? ¿Qué pasa si el sistema falla o es manipulado?
A nivel global, pocos gobiernos han dado este paso. Estonia tiene servicios públicos digitales avanzados y Dubai experimentó con robots policía, pero ninguno formalizó una IA como funcionaria con rango directivo y capacidad de firma. Incluso en Silicon Valley, donde la IA se usa para casi todo, nadie se animó a darle un cargo público oficial.
El plan detrás de ZARA: convertir a Zárate en un hub tecnológico
Aunque pueda parecer una jugada publicitaria, lo cierto es que Matzkin tiene planes más ambiciosos. El intendente implementó una exención tributaria de 15 años para empresas de inteligencia artificial y startups que se instalen en Zárate. El beneficio aplica a cualquier compañía cuya actividad se base mayoritariamente en IA, desde desarrollo de software hasta manufactura robotizada.
La estrategia parece clara: usar a ZARA como bandera para atraer inversión tecnológica y posicionar al municipio como pionero en innovación pública. Es una apuesta arriesgada en un país donde la infraestructura digital sigue siendo desigual y miles de argentinos todavía no tienen acceso estable a internet.
«Queremos convertir a Zárate en el hub de Inteligencia Artificial de Argentina», declaró Matzkin.