El término contratos inteligentes (o smart contracts) es uno de los más conocidos en el ámbito de las criptomonedas. Esta herramienta suele verse como una revolución tecnológica, la solución para diversos problemas. Muchas empresas buscan entender esta nueva tecnología y utilizarla para crear sistemas que pueden cambiar completamente nuestro mundo.
Pero, ¿qué son realmente los contratos inteligentes? ¿Cómo funcionan? Para comprender todo esto, primero debemos conocer más sobre la blockchain y cómo se insertan los contratos inteligentes en ella. En el texto de hoy veremos todo sobre la relación entre Bitcoin, Ethereum, blockchain y contratos inteligentes.
Los contratos inteligentes también son conocidos por los términos smart contracts o contratos digitales. Son contratos ejecutados mediante códigos escritos y operados en una blockchain. Por lo tanto, los contratos inteligentes no dependen de ningún tipo de intervención humana; de hecho, existen precisamente para eliminar el factor humano de los contratos.
La idea detrás de los contratos inteligentes es realizar transacciones entre dos o más partes de forma que solo las partes involucradas tengan acceso al contrato. De esta manera, no existe la necesidad de abogados, jueces u otros intermediarios para hacer cumplir las cláusulas de ejecución. Tanto el lenguaje como las cláusulas del contrato son lo más claras posible.
Así, los contratos inteligentes hacen del propio código su sistema legal. Este principio está anclado en la frase «code is the law» (el código es la ley, en traducción literal). Según este concepto, los contratos se ejecutan, juzgan y cumplen mediante cláusulas escritas previamente.
La idea detrás de los contratos inteligentes surgió a mediados de la década de 1990, más específicamente en 1997. Fue entonces cuando el jurista y criptógrafo Nick Szabo escribió un artículo titulado The Idea of Smart Contracts, o «La Idea de Contratos Inteligentes». Szabo, por lo tanto, inició esta idea casi 20 años antes del surgimiento de Ethereum.
Desde las primeras líneas, Szabo dejó claro lo que visualizaba en los contratos inteligentes. La premisa era dificultar al máximo la ruptura de contratos, haciéndolos más seguros. Para él, “muchos tipos de cláusulas contractuales pueden integrarse en el hardware y software que usamos”.
Con esto, los contratos serían más seguros, económicos y fáciles de producir. Al mismo tiempo, la digitalización sería “una forma de hacer que la ruptura de contrato sea costosa (y si se desea, a veces de forma prohibitiva) para el infractor”. Un ejemplo que se hizo famoso por la aplicación de un contrato inteligente fue el de una máquina expendedora.
Según Szabo, la protección de estas máquinas es una especie de contrato inteligente. Es un contrato con el portador, ya que cualquiera con monedas puede participar en un intercambio con el proveedor. “La caja fuerte y otros mecanismos de seguridad protegen las monedas almacenadas y los productos de los infractores, lo suficiente como para permitir la implementación rentable de máquinas expendedoras en una amplia variedad de áreas”, dijo Szabo.
A pesar de que Szabo creó un concepto revolucionario, nunca logró implementarlo en la práctica. Hizo un intento a través de BitGold, una criptomoneda ideada en los años 90, pero no tuvo éxito. Así, los contratos existieron solo en teoría durante casi 10 años.
Cuando se creó Bitcoin en 2009, finalmente las ideas de Szabo salieron del papel. De hecho, la creación de Bitcoin en sí fue el primer contrato inteligente implementado con éxito. Además, la blockchain de Bitcoin proporcionó la primera estructura funcional para la ejecución de otros tipos de contratos.
La inspiración de Szabo es clara, ya que el programador fue citado como una de las referencias de Satoshi Nakamoto en el white paper. Sin embargo, Bitcoin tenía serias limitaciones en este aspecto, ya que los contratos inteligentes soportados por la red eran muy básicos. Bitcoin tenía como principal característica la simple transferencia de valores, pero la red no tenía la estructura para ejecutar contratos más complejos.
Esta limitación de Bitcoin llamó la atención del programador ruso-canadiense Vitalik Buterin. Él quería una red en la que contratos más sofisticados fueran posibles para cualquier situación. Y fue con esta idea en mente que en 2013 anunció la creación de Ethereum, una red blockchain que fue lanzada oficialmente en 2015.
Además de la criptomoneda, Ethereum permitió la creación de otras criptomonedas y blockchains dentro de su propia red. Y a diferencia de Bitcoin, en Ethereum podían ser creadas con más facilidad. Con esto, Ethereum se convirtió prácticamente en un sinónimo de contratos inteligentes, ya que la mayoría de ellos se desarrollan allí.
Los contratos son acuerdos establecidos entre una o más partes. Estos acuerdos definen las condiciones para negociaciones financieras, pagos en efectivo e incluso matrimonios. Generalmente, un contrato tiene las siguientes partes (esto aplica tanto para contratos físicos como digitales):
Los contratos inteligentes tienen varias ventajas sobre sus equivalentes tradicionales. Después de todo, vivimos en un mundo cada vez más conectado y dependiente de la tecnología. Por ello, el uso de contratos en papel tiende a ser cada vez menos eficiente. Las principales ventajas de los contratos inteligentes son:
Los contratos inteligentes son una tecnología muy prometedora. Sin embargo, no están exentos de riesgos. A pesar de su alta seguridad, hay algunos factores que deben considerarse como riesgos en la ejecución de estas herramientas. Los principales son:
No obstante, es un hecho que los contratos inteligentes han llegado para quedarse. Hoy en día se utilizan en muchas formas de negocio. Debido a esto, criptomonedas como ETH han alcanzado un valor de mercado bastante alto en los últimos años. A medida que estos contratos sean más utilizados, la tecnología tiende a volverse más resiliente y segura.
Este sitio web utiliza cookies.